50 años de los recuerdos de los años cincuenta

JESÚS MARÍA GARCÍA/GALERA

Un albañil publica un libro en el que recopila sus recuerdos infantiles de los duros tiempos de la posguerra en Galera

«Entre los 'rastrillaores' había uno que era muy corpulento. Se comía todo lo que le pusieran, luego al hacer de cuerpo era una barbaridad. Un día pensaron (sus compañeros de trabajo) de envolverla bien para pesarla y como ellos no disponían de peso, fueron a la tienda de Marcelo que era un hombre muy atento. Le echaron la excusa que era manteca para hacer unas tortas y Marcelo montó el paquete en su peso de balanza y muy serio les dice que tenía un kilo justo y ahí se enteraron todos de lo que cagaba».

Con este desparpajo cuenta el autor -Bonifacio Sola García, cincuenta dos años, albañil de vocación y de profesión-, uno de sus recuerdos de niñez en los difíciles años de la posguerra en una publicación de 111 páginas, que se limita a unos escasos cincuenta ejemplares distribuidos exclusivamente entre su familia y amistades.

El título, 'El Portacho', hace referencia al barrio en que 'Boni' -así se le conoce en el pueblo-, nació, creció y desarrolló las prodigiosas dotes de observación y fino humor de que hace gala en su libro.

Capítulos como 'Emigración', 'La radio', 'Inventos', 'Los gitanos', 'El sueño del fútbol' y otros similares hasta completar diecisiete de ellos, constituyen un palpitante documental -en blanco y negro como la colección de fotografías de la época que acompaña-, de aquellos años ahora recuperados gracias a su texto.

El constante estado de escasez, el dolor por la emigración de familiares y conocidos, las entrañables y generosas relaciones entre los vecinos del barrio, las ayudas americanas en forma de leche en polvo y queso a los escolares de la época y decenas de asuntos tan vivos aún, desfilan en la palabra escrita del autor con una frescura inimitable.

Faceta amable

Y, en contra de lo que se pudiera suponer, apenas asoma el resentimiento en las palabras de 'Boni' cuando relata aquella pobreza, aquellos terribles trabajos que niños de apenas un palmo de talla habían de ejercer para ayudar a sus familias. Siempre encuentra el narrador una faceta amable cómica incluso, para redondear su evocación.

Es curioso comprobar cómo algunas de las firmas más prestigiosas de nuestra actual literatura intentan reflejar en sus escritos -a veces con ímprobo esfuerzo- el habla de la calle. El lenguaje con que toman vida las historias que nos va contando 'Boni', sin embargo, es tal cual se escucha entre las sencillas gentes que protagonizan los mil y un recuerdos. Sin trabajo alguno. Sin colorantes ni saborizantes. Totalmente natural.

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